
PARIR | 2018
Proyecto personal
Ilustración, visión y experiencia acerca
del parir | Grafito sobre papel.
Una noche helada,
de invierno.
Una noche sin luna,
que no recuerdo.
Una fiebre y resfrío,
que me tenían consumida.
Un cuerpo agotado,
entre embarazo y virus.
Un pensamiento errado,
y mis ojos ya cerrados.
“La naturaleza es sabia…”
me dije.
“…hoy no es un día para parir”
Y me dormí.
*
Un despertar abrupto,
sólo una hora descansé.
La espera terminaba,
el día que menos pensaba.
Se repetía la historia
de mi primer embarazo.
De noche y en la cama,
rotura de membranas.
Un mismo inicio de parto,
mismas ganas de vivirlo, sentirlo.
El mismo comienzo,
y yo no quería el mismo final.
*
Una noche entera por delante,
y las contracciones no venían.
Una noche en vela,
a la espera del dolor.
Doce horas pasaron,
y ni atisbo de contracción.
Doce horas pasaron
y debíamos partir.
A la clínica llegamos,
caminaba como si nada.
Como si nada caminaba,
porque nada aún pasaba.
*
Matrona y obstetra presentes,
apoyo discreto y constante.
Ahí estábamos acompañados,
tiempos y ritmos respetados.
No hubo interrupciones,
ni tactos innecesarios.
No hubo malos tratos,
ni tampoco ironías.
Pero el tiempo corría,
y no podíamos esperar más.
*
Un paño con olor a salvia,
las contracciones llamaría.
Y un empujón hubo que dar
para dar inicio al final.
Una sala acogedora,
para facilitar la llegada.
Una sala con música y calor;
oscura, como si no hubiese sol.
Sólo nosotros dos y la matrona,
ya no entraron más personas.
Unas horas pasaron,
y entonces comenzó.
Uno y otro movimiento,
caminaba todo el tiempo.
Un abrazo, una palabra de él,
apoyo fundamental para contener.
El dolor ya se sentía fuerte,
pero quedaba aún por recorrer.
*
Una ducha salvadora,
donde todo fluyó,
Un vapor envolvente,
respirar me permitió.
Una canción relajante,
respiración y ritmo penetrante.
Agua, vapor, olor y dolor,
los sentidos todos en acción.
Un cansancio acumulado,
pero que ya va encaminado.
Una mujer entregada,
entre contracción dormitaba.
*
Y de pronto un grito,
que salió de mi interior.
Un abrazo a él, rendida,
sentí una fuerte presión.
Una colchoneta que acogía,
oscuridad a plena luz de día.
Un equipo en silencio,
observando, esperando.
Una intensa pulsión
ésta sí que dolió.
Uno, dos y tres pujos, y en éste,
un grito que logró expulsión.
*
Un cuerpo agotado,
entregado a la emoción.
Un pequeño ser nacido,
sobre un cuerpo parido.
Una cría alimentándose,
de esa mujer que parió.
Una mujer madre entregada
relajada, desbordada.
*
El mismo inicio de parto,
mismas ganas de vivirlo, sentirlo.
Un mismo inicio de parto,
y no tuvo el mismo final.
Un mismo inicio de parto,
respetando ritmos y emoción.
* * *
Un parto con o sin anestesia, no hace la diferencia. Y está en cada mujer elegir si quiere o no sentir dolor. Igual de respetable son ambas opciones. No le veo sentido a la angustia o cansancio desbordado, una mujer pasándolo mal.
Un parto respetado se inicia desde el embarazo, donde el profesional sabe escuchar y respetar, entendiendo que el proceso y término no es una enfermedad. Siempre que no hayan complicaciones para la madre o el nuevo ser, se puede dejar fluir naturalmente, el proceso de parir, como todo mamífero.
Embarazo y parto, son de nosotras, y por siempre lo serán. Que quienes te acompañen en ese proceso, sean personas que te acojan, escuchen y respeten. Averigua, conversa, pregunta, nada malo hay en querer saber y entender. Para luego, poder escoger.